El blanqueamiento dental, como la belleza, ha sido un bien perseguido por la humanidad en todas las épocas. Da igual si miramos al Antiguo Egipto, a Grecia, o al Imperio Romano, y así hasta nuestros días, a todos nos preocupa la apariencia que presentamos ante los demás.
Y nuestra sonrisa, y más concretamente, el blanqueo y estética dental no se escapa a esta necesidad humana: desde tintes blancos a sustancias que oscurecieran las encías para aumentar el contraste con el color de la dentadura, cientos han sido los sistemas que se han usado a través de los tiempos, claro está, con más inconvenientes que virtudes, ya que por una parte no conseguían resultados satisfactorios, y además en no pocos casos producían ingratos efectos secundarios.
Pero con el tiempo, nuevos caminos en la investigación médica han posibilitado que hoy en día podamos asegurar tratamientos magníficos en blanqueamiento dental sin tener que sufrir indeseables consecuencias. Y por si tiene preguntas, vamos a intentar resolvérselas de antemano.
